29 marzo 2006

Una historia cualquiera

Llevaba más de una hora sentada cuando lo noté. Era la sensación de que alguien me observaba, pero estaba sola, la única compañía con la que contaba era la de mi vieja guitarra, que descansaba a mi lado, con las cuerdas calientes, después de haber estado tocando durante horas sin detenerme, ni siquiera cuando mis dedos comenzaron a sangrar.

No se como llegué hasta allí, lo único que recuerdo es que estaba en un autobús rumbo a algún lugar y que necesitaba huir. Me bajé en una parada en medio de la nada y me interné en el bosque que tenía a mi espalda. Estuve andando hasta que aparecí en un claro. Sólo había una piedra en medio y sentí el impulso de sentarme y tocar hasta que me quedara vacía.

Miré a mi alrededor y no conseguí ver a nadie, era de noche, el cielo estaba casi despejado y había luna llena, se veía Orión. Se respiraba paz y era tal el silencio que se podía escuchar el latir de mi corazón.

Me miré las manos.

La sangre, oscura, casi negra las cubría; entonces, comencé a frotarlas frenéticamente contra la hierba.
Necesitaba librarme de la suciedad, de todo lo que eso representaba, las frustraciones, los odios, las envidias, mi sensación de impotencia....
Una nube cubrió la luna y todo a mi alrededor oscureció.
Seguí frotándolas, estaba de rodillas en el suelo, y cuando me miré la manos, la sangre había desaparecido dejando en su lugar la piel enrojecida.
Y entonces empecé a llorar. Era un llanto ahogado al principio, que terminó convirtiéndose en gritos de angustia. La lluvia comenzó a caer sobre mi, pero no me importaba. Sentía que con el agua se iban todos mis problemas y me iba sintiendo limpia y pura poco a poco.

En ese instante volví a sentir su presencia. Estaba detrás de mi, no le vi, pero sabía quién era, le había estado buscando y al fin apareció.

La lluvia cesó, y las nubes se apartaron dejando pasar la luz plateada de la Luna, en el preciso instante en el que desplegó sus alas y me rodeó con ellas.

Sentí su calor y su corazón latiendo junto al mío. Por un momento fuimos un solo ser y una misma alma. No habló, pero escuché su mensaje como si me susurrara al oído.
“La vida merece la pena vivirla, busca tu lugar y fíate de tus instintos y presentimientos. Siempre me tendrás a tu lado. Se fuerte”
Cuando abrí los ojos ya no estaba allí, pero sentía su presencia como si fuera mi propia piel y su mensaje estaba grabado en lo más profundo de mi corazón.

Mi Guardián, mi Ángel; a ti te dedico éstas palabras, por que siempre estás cuando te necesito y me rodeas con tus alas para que sienta que somos un mismo corazón.

2 comentarios:

HMJ dijo...

Gracias!!!

Me encanta!! Tienes un estilo muy bueno y la historía esta muy bien, me gusta mucho.

¡QUEREMOS MÁS!!

Anónimo dijo...

Es buena!! Escribe otra porfaaa...
Esta además me la guardo je, je